miércoles, 9 de septiembre de 2009

Segunda carta a Obama

Buenos Aires, 3 de Junio de 2009

Estimado Señor Obama:

Ante todo le pido clemencia, entienda mi atrevimiento, y no se moleste por la segunda misiva que le envío en este año. Esta vez no le escribo ni como ciudadano del mundo, ni como latinoamericano, y no porque no lo sea sino porque desde ese lugar no tuve respuesta alguna de vuestra parte. Le escribo la presente en mi condición de esclavo a quién se sigue comportando como mi amo y señor.
En el día de ayer, vuestra secretaria (o la de su Estado) sentó vuestra posición respecto a la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos en el año 1962. “No se trata de revivir el pasado; se trata del futuro al ser leales a los principios que fundaron esta organización”, sostuvo la misma. En tal afirmación existen, sino varias, por lo menos dos contradicciones fundamentales, una lógica y otra política, de las cuales quisiera informarle.
Respecto de la primera contradicción, basta con analizar la construcción semántica de la misma para darse cuenta de que, de manera manifiesta, se incurre en la violación del principio elemental de la lógica conocido como no-contradicción (p y –p), algo no puede ser y al mismo tiempo no ser. Veamos de que se trata: Proposición 1: “No se trata de revivir el pasado”; Proposición 2: “se trata del futuro, al ser leales a los principios que fundaron esta organización”. En la proposición 1 se nos presenta una negación al pasado, incitándonos a no revivirlo; en la proposición 2 se nos impone remitirnos al mismo, haciéndonos retrotraer a los principios que fundaron (pasado) esta organización. En otras palabras, se nos dice “abran los ojos pero, al mismo tiempo, manténganlos cerrados”.
Ahora bien, no vaya a creer usted que este esclavo tiene la intención de formarlo en la ciencia de la lógica, ni mucho menos advertirle sobre los errores discusivos de vuestros empleados producto de vuestras ordenes políticas. Desde el escaso conocimiento científico que le cabe a este esclavo, la enunciación de la primera contradicción es sólo a los efectos meramente ilustrativos. Lo que a este esclavo verdaderamente le interesa, lo que siente en su propia carne, es la contradicción política en la postura de vuestro gobierno.
En cuanto a la misma, me gustaría recordarle que unos de los principios por los que se fundó la OEA es el que se desprende del preámbulo de su carta fundacional y que enuncia que los países miembros están “Ciertos de que la democracia representativa es condición indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región”. Sobre tal enunciado debemos resaltar que Cuba fue expulsada de la OEA en 1962 con el fundamento de que “Que la adhesión de cualquier miembro de la Organización de los Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano y el alineamiento de tal Gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio.2. Que el actual Gobierno de Cuba, que oficialmente se ha identificado como un Gobierno marxista-leninista es incompatible con los principios y propósitos del Sistema Interamericano.” En otras palabras, a Cuba se la expulsa por su carácter marxista-leninista y no en nombre de la democracia, puesto a que hubiese sido ridículo dejar plasmado en la ley que, en nombre de la democracia, se prohíbe a los países adoptar determinada filosofía. Sin embargo, el hecho de que a Cuba se la haya expulsado por pensar diferente demuestra que desde un principio la OEA viene transgrediendo el más alto principio democrático. Por ello resulta contradictorio no revivir el pasado si queremos ser fieles a los principios que fundaron esta organización, al menos si seguimos creyendo, como usted cree, que la OEA se fundó por la “paz y el desarrollo de la región”.
Ahora bien, supongamos que a Cuba se la hubiese expulsado, y se mantenga su expulsión, en nombre de la democracia representativa. Allí se incurriría en otra contradicción producto del gran desconocimiento jurídico y fáctico acerca de la República de Cuba. Tal es así que la misma constitución cubana adopta el sistema democrático de gobierno y, asimismo, la ley electoral sancionada en 1992 garantiza un proceso electoral con el mayor grado de representatividad popular existente en el orbe. Prueba de ello lo son los procesos eleccionarios que se llevan a cabo en la isla, caracterizados por comicios parciales cada dos años y medio, y generales cada cinco; comicios en los cuales el conteo de los votos es público y puede ser presenciado en cada colegio por todos los ciudadanos que lo deseen, incluso por la prensa nacional o extranjera; comicios en los cuales el grado de participación asciende a más del noventa por ciento de la población.
Así las cosas, vuestra secretaria (o la de su Estado) sólo puede incurrir en contradicciones respecto de Cuba y su no inclusión en la OEA. Por eso, al momento de definirse sobre la vuelta de Cuba al organismo, solicitada por Honduras, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y Paraguay, la misma sostiene: “Esa pertenencia debe venir con responsabilidades y nos debemos los unos a los otros estar a la altura de los estándares de la democracia y la gobernabilidad que trajeron tanto progreso a nuestro hemisferio”. A qué estándares de la democracia y la gobernabilidad se refiere la señora Hillary Clinton: ¿a las que reinaron en América Latina en las décadas del sesenta y setenta con la intromisión de la CIA en los golpes de Estado en los que se derrocaban gobiernos elegidos democráticamente, o a la que funciona en vuestro país en donde las campañas electorales son financiadas desde las empresas y los comicios siempre se encuentran viciados por la sospecha y el fraude? De qué progreso del hemisferio está hablando: ¿del que nos ha sumergido en el hambre y la miseria a los países latinoamericanos o del que hace sucumbir a los bancos de vuestro país? En síntesis, de qué estándares de democracia y progreso habla vuestra secretaria.
Por todo lo expuesto, es que nuevamente me dirijo hacia usted sin ánimo de ofenderlo. Pues entiendo que de la contradicción emerge la libertad y, como reiteradamente lo escucho hablar de la misma, quizás le interese analizar los dichos de su secretaria (o la de su Estado) y así de esta manera comenzar a resolver las contradicciones de vuestra política en aras de la libertad. Desde mi lugar de esclavo le ruego que lo analice, porque tal vez, al resolver este tipo de contradicciones, adquiera la plena conciencia de la contradicción principal, y ello lo lleve a que, de una vez y para siempre, pueda definir y resolver su condición de amo como, así también, vuestra infame Organización de Estados Americanos.
Lo saluda atentamente,
Juan Manuel Combi
Esclavo argentino, DNI 28.229.115

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