miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cadal y su infame propuesta para Cuba

La Fundación Hayek , CADAL (Centro para la Apertura y el Desarrollo para América Latina) y Unión Editorial presentaron el pasado martes 28 de abril, en la Feria del Libro de Buenos Aires, su obra maestra de la infamia contra la Revolución Cubana.
Con el título “Elementos de teoría constitucional y una propuesta para Cuba", el abogado argentino, Ricardo Rojas, intenta desarrollar, en su obra, un análisis del sistema jurídico cubano y, asimismo, brindar sus “sanos consejos” a la República de Cuba. La exposición en la feria contó con tres panelistas: el nombrado, ex juez de la Nación Argentina; Ignacio García Hamilton; diputado nacional de la Nación Argentina y Gabriel Salvia, Presidente de CADAL. La escasa concurrencia de público no privo a los oradores de la acusación maliciosa objeto de tal presentación. Acusación que lejos de sustentarse en pruebas o elementos factibles de ser probados, sólo consistió en afirmaciones dogmáticas carentes de contenido, que denotaban, entre otras cosas, el desconocimiento de los panelistas acerca del sistema jurídico cubano. Tal es así que lejos de exponer sobre un modelo jurídico determinado, o mejor dicho contraponer el modelo liberal, que sostiene el autor en el libro, frente al modelo socialista cubano, los expositores/acusadores se limitaron a persuadir al público acerca de las supuestas violaciones de derechos humanos en Cuba, sin ni siquiera mencionar una norma de la actual legislación en Cuba que atente contra dichos derechos.
Los argumentos (solicito mis disculpas a la ciencia de la lógica por la utilización de esta palabra) resultaron a las luces tan contradictorios como el libro mismo, al punto que en nombre de la libertad se llego al extremo de aprobar la expulsión de Cuba de la OEA por considerársela marxista leninista; como así también, en nombre de la democracia a rechazar in limine toda posibilidad de constitución social y/o socialista aprobada por las mayorías, a quienes se las consideró de “masas guiadas por el populismo”. Pero no podía ser de otra manera cuando el propio libro traído a colación, en su anteúltimo capitulo, consagra la triste conclusión de que “ La Constitución debe prevalecer sobre las mayorías”.
No basta hilar muy fino para dar cuenta de que en nombre de los derechos del pueblo estos “intelectuales” reniegan del mismo, llegando al peor de los cinismos; ni tampoco ser un erudito para hallar detrás de sus acusaciones a Cuba a la más cruel acusación: aquella que apunta a la eliminación de las grandes mayorías. Porque la “racionalidad liberal” sigue dando muestras de su infame cinismo. Así como los nazis se burlaban de la libertad con la famosa frase que rezaba Das Arbeit macht dich frei, el trabajo hace libre, en la puerta de un campo de concentración de esclavos en Awswich donde se exterminaba a la humanidad; los intelectuales modernos, al servicio del capitalismo, exponen sus elocuentes discursos sobre la democracia y la libertad denigrando a los gobiernos populares y censurando toda ideología que conspire contra sus leyes de mercado, leyes que tienen por esencia la eliminación de las mayorías.
Así las cosas, sus propuestas para Cuba no pueden ser otras que las que benefician a los grandes mercaderes, como aquella que propone un “Orden espontáneo, sistema de precios e intercambio”, en “Los principios involucrados en la redacción de la Constitución” (ver parte I del libro en cuestión). Los precios por encima de los hombres, el intercambio mercantil por sobre las relaciones sociales. Esos son sus elementos de teoría constitucional, esas son sus propuestas para Cuba: elementos y propuestas al servicio de las minorías.
Instituciones como CADAL pretenden que Cuba vuelva a constituciones políticas como la de 1901, constituciones que posibilitaron la dominación imperialista en América Latina. Basta la sola referencia a la Enmienda Platt (donde se ubica la cláusula por la cual hasta el día de la fecha Estados Unidos ocupa ilegítimamente parte del territorio de Cuba), agregada a su tan defendida constitución de 1901, para demostrar que su pretendido liberalismo no es sino la peor de las formas de esclavitud y sometimiento. Porque instituciones como CADAL, esconden detrás de su “apertura y desarrollo” la defensa de un bloqueo genocida que intenta impedir el crecimiento humano de una población, como la cubana, que desde hace cincuenta años ejerce el poder constituyente revolucionario, propio de las grandes mayorías politizadas y educadas por, y para, la transformación social. Basta leer el libro del señor Ricardo Rojas para dar cuenta de ello, si es que la indignación no nos impide llegar a su parte final en la que expone su infame “Proyecto de Constitución para la República de Cuba”, el no dejará de ser tan sólo un proyecto, propio de aquellos que nacieron para interpretar de diversos modos el mundo pero no para transformarlo.

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