viernes, 30 de enero de 2009

Si, Si, Si, Bolivia dijo Si

Si, Si, Si, Bolivia dijo Si.

El reloj marca las 18 horas del día 25 de enero del año 2009, la plaza Murillo, espacio histórico de La Paz donde suele acudir el pueblo a manifestarse, comienza a llenarse de ciudadanos (si, en Bolivia, mal que le pese a la elite eurocentrista, existen los ciudadanos). La nueva constitución política del Estado boliviano es aprobada democráticamente por el referendo convocado a tal efecto. El pueblo, ese que solo se oía en los discursos de la politiquería barata, acude a su espacio para celebrar el triunfo del cuerpo legal que le dará forma a ese espíritu transformador que se inicio con el proceso encabezado por Evo Morales y el MAS. Bolivia comienza a liberarse.
Ya nadie detendrá este proceso, Bolivia nunca será la misma, anuncia la prensa conducida por la oligarquía parasitaria. Y en eso no se equivocan, nadie detendrá al pueblo constituyente, Bolivia nunca será la misma que permitió pasar de ser la Nación de mayor riqueza en Latinoamérica a ocupar los últimos lugares en la tabla de posiciones de los países más pobres del mundo.
Porque esta Constitución garantiza democracia, alfabetización para todos, documentación para aquellos a los que nunca se les reconoció identidad, sistema de seguridad social para las mayorías que carecían del mismo, administración por parte del Estado de los recursos naturales y todas las garantías que deberían ser normales en cualquier Estado de Derecho para que la ciudadanía, y no el mercado, adquiera protagonismo político. Pero además, porque más allá de la Constitución aprobada, en Bolivia se está produciendo la construcción de un espacio abierto para que los verdaderos actores de la historia, quienes la hacen con su trabajo, acudan a discutir sobre los asuntos que le conciernen a sus propios intereses y no a los de aquellos que adoran becerros de oro a costa del hambre y la miseria del pueblo.
Hoy más que nunca Bolivia es conciente que el poder no lo tiene quien lo ejerce, sino quien te puede cesar por el uso que hagas de él al ejercerlo. La oligarquía le teme a este proceso porque ya no habrá más lugar para el abuso: los desposeídos están allí para cesar a quien fuere. El propio Evo lo sabe, por eso antes de hablarle a su pueblo escucha ese grito que llega desde la plaza y se convierte en un imperativo para su gobierno, ese que a viva voz se hace sentir, ese que le dice: SI, Si, Si, Bolivia dijo Si.

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